Los niños van creciendo, se hacen mayores y se lo decimos para que se sientan contentos: "Muy bien, Juan, qué mayor, ¡ya conoces todas las letras!". Es una satisfacción para un niño que le reconozcan sus méritos y sobre todo que le digan que "se está haciendo mayor".
Pero muchas veces los padres entran en contradicción, porque por un lado le felicitan por ciertos logros pero luego, por distintos motivos, se mantienen otras conductas que son propias de niños más pequeños. Por ejemplo no es raro encontrarse a niños de 4 y 5 años que siguen tomando el biberón. La mayoría de ellos dejan de tomarlo por sí mismos, llega un momento en que el vaso les resulta más atractivo (es de mayores). Pero hay otros niños a los que les cuesta dejarlo. Normalmente, la dificultad es más de los papás porque:
•Al igual que lo era en un principio el pecho, el biberón forma parte de un ritual muy entrañable e íntimo para la madre y el niño que ambos se resisten a perder.
•Para niños que no comen mucho, el biberón tranquiliza a la madre, porque es un último recurso para sentir que su hijo está bien alimentado.
•De este modo el niño toma más cantidad de leche que por un vaso.
•Es más cómodo a las mañanas porque uno va con prisas.
¿Por qué hay que dejar el biberón?
No es que haya que dejarlo, en realidad es dar paso a una nueva etapa. Además, su uso prolongado y excesivo puede tener sus desventajas o contraindicaciones:
•Podría perjudicar el desarrollo y fortalecimiento de la musculatura de la zona oral que es muy importante para un adecuado desarrollo del lenguaje. Puede producir mayor número de infecciones de oídos.
•Es la mayor causa de caries infantiles. Nunca se debe dejar al niño que duerma con el biberón, o que vaya todo el día de acá para allá con el biberón en la mano, utilizándolo más como chupete que como biberón.
•Puede afectar a la autoestima del niño, porque llega un momento en que el niño siente vergüenza por seguir con el biberón y como no quiere dejarlo, pide a sus padres que le guarden el secreto.
¿Cuándo debe dejar el niño el biberón?
En realidad, la función del biberón es por un lado la de alimentar al bebé mientras no puede hacerlo de otra forma, y por otro la de consolar al niño en ciertos momentos.
El bebé llora porque tiene hambre y al ratito aparece el padre o la madre con el biberón para calmarle y alimentarle. Por tanto, no hay una fecha exacta, y cada niño lleva su ritmo, pero lo que sí está claro es que cuando el biberón deja de cumplir la primera función, hay que empezar una retirada paulatina. Normalmente, hacia el año o año y medio ya come de todo y ya maneja el vaso y los cubiertos. A partir de este momento hay que fomentar su autonomía.
¿Cómo le ayudamos a dejar el biberón?
No hace falta que el biberón desaparezca de repente. El cambio se puede hacer despacio:
•Hay que enseñarle poco a poco a utilizar el vaso. Al principio se manchará e irá la mayor parte del contenido por fuera. También levantará el vaso con tanta fuerza que si uno se descuida en vez de beber se da un baño. Se puede empezar primero con un vaso de los que tienen pitorro y asas, para pasar después a uno de los normales. Utilice primero el vaso para beber agua y zumos y de este modo deje el biberón sólo para la leche y los cereales en la toma de la mañana y de la noche.
•Una vez que maneja el vaso, se sustituye una de las tomas del biberón por el vaso. Cuando ya lo tenga dominado se sustituye la toma siguiente.
•Cuidado con alternar en la misma toma el vaso con el biberón, sino aprenderá que no vale la pena esforzarse en aprender si a continuación le van a dar el 'bibe' que ya está dominado. Hay padres que incluso meten el puré en el biberón. Pasa igual. Si le enseñáis el manejar la cuchara es cierto que al principio comerá menos porque se cansará más, pero si justo después le metéis el biberón pronto descubrirá que no vale la pena esforzarse. El hambre y la sed son un poderoso estimulante para aprender. Si ya estás saciado la motivación baja mucho.
•Procurad que la retirada del biberón no coincida con algún cambio importante en la familia como puede ser el nacimiento de un hermano o una mudanza.
Para un padre es todo un orgullo ver crecer a sus hijos, y para un niño es una satisfacción que le reconozcan la conquista de nuevas habilidades, pero no siempre es fácil. Por tanto, es importante que el niño cuente con la ayuda de sus papás en este proceso y que ellos se sientan seguros de que lo que hacen es lo mejor para su hijo.
http://www.elmundo.es/accesible/yodona/2008/04/03/babyblog/1207216282.html
sábado, 13 de marzo de 2010
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